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Sabrina Speranza

Turquía y su influencia en el plano internacional

POR Sabrina Speranza




Pese a que todas las demás ciudades tengan sus períodos de buen gobierno

y estén sometidas al deterioro del tiempo,

solo Constantinopla parece aspirar a una suerte de inmortalidad

y continuará siendo una gran urbe

mientras haya hombres decididos a habitarla o reconstruirla.

Pedro Gilles, 1550 d.c.


Para pensar o replantearse el papel de Turquía actualmente en el escenario internacional, primero debemos remontarnos a su entrañable historia y por supuesto a su geografía ya que la misma fue motivo de concurrencia de culturas y civilizaciones occidentales y orientales.

Dueña de una fabulosa mezcla de pasado y presente, modernidad y tradición, Turquía ha sido favorecida con una posición estratégica entre Asia y Europa. Es justamente el legado histórico de esta nación lo que le permite mantener una fuerte influencia en Los Balcanes, El Mar Negro, el Cáucaso y el Medio Oriente.

Sede del gran Imperio otomano por 600 años (desde el año 1453 hasta 1922) la política exterior de Turquía se ha focalizado en las relaciones con occidente, principalmente Europa y Estados Unidos, colocando en un segundo plano a los países que, hasta su caída a comienzos de la Primera Guerra Mundial, conformaron el Imperio.

Fue el padre fundador de la actual Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk, quién estableció las nuevas bases para el país: republicanismo, populismo, nacionalismo, estatismo, reformismo y principalmente el secularismo; transformando al antiguo y denominado “enfermo” imperio otomano en una república joven y moderna, sin embargo es importante recordar que el actual primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, pertenece al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP por sus siglas en turco), partido que ha estado permanentemente enfrentado con los frentes denominados “Kemalistas”, generándose focos de tensión interna casi de manera permanente.

Ahora bien, ¿Qué motivos colocan a Turquía en una posición estratégica respecto a otros países de oriente?

Los motivos son varios, pero podemos resaltar que, a comienzos del siglo XXI, se estableció la doctrina de “Profundidad estratégica” que consiste en remarcar el lugar central que debía ocupar el país en el mundo y principalmente en la región.

La política exterior que actualmente implementa el Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan se basa en acentuar la profundidad histórica y geográfica de Turquía, dos componentes que hacen al legado turco y establecen la posición que debe ocupar dicho país en el escenario internacional. De acuerdo con ésta línea de pensamiento, Turquía está “destinada” a ser un actor central en las relaciones internacionales.

Estas características privilegiadas llaman a terminar con el aislacionismo, a emprender una política exterior activa y comprometida con la zona de influencia turca, y a asumir el papel de referente regional. Sin embargo, esto no implica un alejamiento de Europa y Estados Unidos, sino la construcción de un equilibrio de poder en el cual Turquía construya su propia área de influencia.

Esta nueva visión se basó en una serie de principios entre los cuales se destacan el principio de cero problemas con los vecinos (no aplica a la región del Kurdistán turco, teniendo en cuenta el constante asedio a los kurdos) y el principio de política exterior multidimensional, lo que volcó la mirada a las zonas de influencia tradicionales de Turquía, es decir, las que en su momento abarcaba el Imperio Otomano: países que integran el Medio Oriente, el Cáucaso, los Balcanes y el Mar Negro.

Actualmente Erdogan aspira a convertir a Turquía en el principal corredor energético y con ello sostén estratégico de una Europa que no los reconoce como “europeos”.

En la actualidad se está desarrollando un gran proyecto en la región mediante un acuerdo entre Rusia y Turquía, es el proyecto denominado “Turkish Stream”, que ya finalizado y con posibilidades de ampliarse, acaparó los titulares de diarios de todo el mundo, principalmente occidentales.

El Turkish Stream es el nombre que se le dio al gasoducto construido, que une a Rusia y a Turquía y que transporta en la actualidad, gas natural entre ambas regiones, así como a países del sur y sudeste de Europa. Los países del frente balcánico Serbia, Hungría y Bulgaria son los primeros beneficiarios luego de su inauguración en el 2020

El mismo se construyó bajo el Mar Negro por casi 230 kilómetros en aguas rusas antes de entrar en aguas turcas, donde continúa por unos 700 kilómetros, este costoso proyecto va desde Rusia hasta Turquía, comenzando en una estación de compresores cerca de Anapa, ciudad del sudoeste de Rusia, luego cruza el Mar Negro y hace una parada en Kıyıköy, al noroeste de Estambul, en la antigua ciudad de Medea.

Gazprom, la compañía estatal rusa, consigue así abastecer directamente el mercado turco evitando de ésta forma una ruta marítima que atraviese Ucrania, país con el que tiene un conflicto permanente desde el año 2014, año en el que Moscú se anexionó la península de Crimea.

Turquía por su parte se convierte clave del sistema energético de Europa con un corredor logístico que fortalece el rol de Ankara en el mercado energético reduciendo de ésta manera su dependencia hacia otros países ya que importa el gas proveniente de rusia a diferentes regiones de Europa por lo que entonces, ésta alianza turco-rusa es beneficiosa para ambos países; para Rusia porque evita el acercamiento con Ucrania y Turquía consolida sus intereses con la UE.

Estados Unidos observa con cierto recelo la posición estratégica que ha tomado Rusia en Europa con los acuerdos que ha generado primero con Turquía, pero a posteriori con Alemania por la extensión del gasoducto Nordstream2 que atraviesa las aguas del mar báltico.

Por eso ha elegido apoyar el acuerdo entre Grecia, Chipre e Israel para la construcción de otro oleoducto en el mediterráneo oriental llamado “EastMeD” que genera por supuesto tensiones con Rusia y Turquía en el plano geopolítico ya que el objetivo principal del mismo es que éstas tres naciones se consoliden como eslabón importante en el suministro energético a Europa desalentando la presencia de Rusia en la región.

Aunque es cierto que Turquía en la actualidad es una potencia regional, está lejos de ser miembro pleno de la Unión Europea como pretende debido a los recientes movimientos de Erdogan, concretamente la reciente compra del sistema ruso de defensa antiaérea S-400, operación económica que realizó directamente con el Kremlin. Con ésta decisión, Ankara queda excluida por completo del sistema antiaéreo integrado de la OTAN.

En resumen, Turquía sigue apostando a la Política exterior multidimensional ya que es otro de los lineamientos principales de la doctrina de Profundidad Estratégica. Siguiendo esta línea, busca tener relaciones simultáneas con diversos actores internacionales y abarcar distintos temas forjando nuevas alianzas y nuevos acuerdos, en tanto que en referencia a los recursos naturales se posiciona sin dudas como potencia regional.

George Friedman, el fundador y director de la compañía de inteligencia política y militar Stratfor, publicó en 2009 un libro en el que hace un pronóstico detallado de lo que ocurrirá en los próximos cien años en el mundo y llegó a una conclusión sorprendente: "A medida que Europa se retira, a medida que Estados Unidos se retira, el balance natural del mundo islámico se reafirmará, y ese balance natural está en Turquía. (…) Nadie hace una movida en la región sin mirar a los turcos y eso se volverá más evidente y más importante", predice.



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