Un juego de grandes actores mientras Netanyahu avanza enceguecido sin que EE.UU. lo frene.
Por Eduardo J. Vior*
Todo análisis de la guerra que Israel y el Eje de la Resistencia libran desde hace un año debería partir de cuatro supuestos: la coalición derechista/ultraderechista que gobierna en Tel Aviv ha rechazado casi todas las negociaciones con la Resistencia Palestina en Gaza, ha desoído todos los pedidos de moderación de su aliado estadounidense y ha ejercido una violencia extrema sobre la población civil palestina y libanesa, especialmente los niños. Debe colegirse, por consiguiente, que busca desatar una guerra que involucre toda la región y obligue a Estados Unidos a intervenir.
Del otro lado, después de que el pasado 27 de septiembre Israel asesinó a Hasán Nasralá en Beirut, el “Eje de la Resistencia” se convenció de que el gobierno derechista/ultraderechista de Tel Aviv sólo podría ser detenido por las superpotencias en su intento de provocar una gran guerra regional.
Desde que pocos días después la fuerza aérea sionista bombardeó las cercanías de la base rusa de Jmeimin, en el norte de Siria, Rusia comparte la misma visión: convencida de que la guerra en Ucrania está perdida, la OTAN debe ser disuadida de trasladar el centro de sus esfuerzos hacia Asia Occidental.
Por esta razón, la represalia iraní contra Israel del pasado 1º de octubre, sus advertencias sobre las respuestas que daría a cualquier intento sionista por atacar sus instalaciones nucleares y/o petroleras y las señales rusas de que está dando a Teherán apoyo de inteligencia y defensa electrónica habrían disuadido a la Casa Blanca de seguir sosteniendo el curso aventurero de Tel Aviv.
El gobierno demócrata y los gobernantes europeos buscan, entonces, hacer creíbles sus llamados a la moderación de Israel, aunque saben que sólo lo serán cuando suspendan los envíos de armas y ése es su gran problema.
El asesinato en Beirut el viernes 27 de septiembre del líder de Hezbolá, Hasán Nasrala destruyó el diálogo entre Israel y la Resistencia Libanesa que la Casa Blanca y Francia venían mediando, para alcanzar un cese del fuego en la frontera israelo-libanesa. Precisamente, el ministro de Asuntos Exteriores del Líbano, Abdalá Bou Habib, declaró en el programa “Amanpour and Company” de PBS emitido por YouTube el 3 de octubre, que el primer ministro israelí ordenó matar al líder de Hezbolá después de que éste había aceptado la propuesta para un alto el fuego. Benyamin Netanyahu quería hacer fracasar el alto el fuego, pero también los mandos estadounidenses que le dieron los datos de inteligencia para hallar a su enemigo.
Israel todavía no respondió a la represalia iraní del martes 1º por el asesinato de Nasralá y del general iraní Abás Nilforushan, asesor militar en Líbano, cuando más de 200 proyectiles, de los cuales cuatro hipersónicos, golpearon el aeropuerto de Nefatim, en el Néguev, la base de Tel Nof, a 20 kilómetros al sur de Tel Aviv, el cuartel general del Mossad en Glilot, al norte de Tel Aviv, las cercanías del cuartel de Ramat Hasharon, en el centro del país, y el principal campamento administrativo de las Fuerzas de Defensa de Israel (Camp Moshe Dayan) en la misma ciudad. Irán afirma que 90 por ciento de sus misiles penetraron en el sistema de defensa aérea de Israel y Estados Unidos emplazados en la zona. Los cohetes (sobre todo los hipersónicos) perforaron la “cúpula de hierro”. EE.UU. e Israel saben que no pueden defenderse de la cohetería iraní.
El 4 de octubre, el ayatolá Alí Jameneí aprovechó la plegaria del viernes frente a una multitud reunida en Teherán, para defender el ataque, diciendo que era “legítimo y legal” y, si fuera necesario, Teherán lo volverá a hacer. Irán no actuará apresuradamente para cumplir con su deber de confrontar a Israel, declaró Jameneí.
El alto mando de las FDI especuló con responder bombardeando las instalaciones nucleares iraníes, pero Teherán le hizo saber que la represalia estaría al mismo nivel. También se debatió si no era conveniente atacar las instalaciones petroleras en la costa del Golfo Pérsico. Entonces Teherán avisó a EE.UU. que en ese caso Irán bombardearía todas las destilerías en Asia Occidental y bloquearía el Estrecho de Ormuz, por donde pasa 25 por ciento del petróleo que se consume en el mundo. El precio del petróleo se dispararía y explotaría una gran crisis mundial.
El jueves 10, la agencia de noticias Reuters informó que los países del Golfo estaban presionando a Washington para que impidiera a Israel atacar las instalaciones petrolíferas iraníes, ya que temen que las propias puedan ser atacadas por grupos instigados por Teherán si el conflicto se intensifica. Los Estados del Golfo y Arabia Saudita también se niegan a permitir que Israel sobrevuele su espacio aéreo para cualquier ataque contra Irán. Como Irak tampoco lo va a permitir, Israel debe cancelar por ahora sus planes de bombardeo.
Relaciones Moscú-Teherán
Sin embargo, lo que disgustó a los israelíes y preocupó a la Casa Blanca es que analistas militares estadounidenses revelaron que Rusia ha trasladado a Irán ciertos sistemas de armas y el personal para operarlos, incluyendo los cohetes antiaéreos S-400. Al parecer, Moscú también respondió a la solicitud iraní de datos satelitales sobre objetivos israelíes para su ataque del 1º de octubre. Rusia también suministró a Irán el sistema de guerra electrónica de largo alcance Murmansk-BN, un potente sistema EW, que puede atascar e interceptar señales de radio enemigas, GPS, comunicaciones, satélites y otros sistemas electrónicos a hasta 5.000 km de distancia, neutralizar los sistemas de municiones y drones Smart y también es capaz de interrumpir los sistemas de comunicación por satélite de alta frecuencia de EE.UU. y la OTAN. La intervención rusa en el enfrentamiento entre Irán e Israel dio un giro radical al conflicto.
Resulta lógico en este contexto que Moscú y Teherán hayan adelantado la firma del pacto bilateral de defensa que originalmente estaba prevista para la cumbre de BRICS en Kazán del 22 al 24 de este mes. Para ello ambos presidentes se reunieron en Ashgabat, Turkmenistán, en el marco de una ceremonia cultural turcomana. Putin asimismo no piensa reunirse con Netanyahu y no ha respondido a una petición de conversación telefónica hecha por primer ministro el fin de semana anterior.
La actual escalada del conflicto árabe-israelí preocupa seriamente a Rusia, que ha hecho reiterados llamados a la paz pero sin respuesta de Occidente. Rusia ha recibido una importante ayuda iraní en su guerra contra Ucrania, por lo que se ha vinculado a los intereses de Teherán en la región. Como consecuencia, apoya ahora también a los aliados de Irán en Asia Occidental, como el movimiento Hezbolá. Sin embargo, aunque Rusia ansía la paz, sus alianzas con Irán y Siria la obligan a prepararse para una nueva contienda, a menos que pueda disuadir a EE.UU. de brindar a Israel el apoyo que éste necesita imprescindiblemente para atacar a Irán.
Invasión del Líbano
La primera respuesta de Israel al bombardeo iraní fue invadir Líbano el mismo 1º de octubre. Sin embargo, después de casi dos semanas el ejército israelí no pudo penetrar profundamente en el país. Ha tenido numerosas bajas, Hezbolá continúa bombardeando intensamente el norte de Israel y éste responde arrasando los barrios chiitas de Beirut. Para vencer estos obstáculos, durante la semana que pasó aumentó a cuatro divisiones el volumen de sus efectivos en el Líbano, amplió las operaciones a todo el territorio fronterizo y ha amenazado con una invasión por mar.
La invasión israelí tiene un efecto devastador sobre la economía libanesa, que ya estaba de rodillas. Los productores de trigo no están seguros de poder empezar a sembrar. La Autoridad Portuaria de Beirut afirma que, ya antes de que comenzaran los ataques aéreos el 23 de septiembre, las operaciones se habían reducido en 15 por ciento respecto a la media de otros años. Ahora esa cifra es de 30 por ciento. Más de un millón de personas han evacuado el sur del país y se amontonan en Beirut. Quienes pueden, intentan pasar a Siria, que tampoco tiene mucho para ofrecer.
No hay cálculo estratégico ni político que permita explicar la conducta del gobierno israelí. Tras un año de destruir Gaza con una fuerza abrumadora, Israel está agotado y cada vez más aislado. La crueldad ejercida sobre la población palestina ha debilitado el apoyo internacional. La economía israelí está en ruinas, el puerto de Eilat se ha declarado en quiebra, su agricultura está estancada y su industria turística es inexistente.
Sin embargo, el primer ministro y sus aliados insisten en abrir nuevos frentes. La clave ideológica del curso que está siguiendo Netanyahu puede inferirse de un artículo que The Jerusalem Post publicó en su página web el pasado 25 de septiembre y luego retiró titulado “¿Forma Líbano parte del territorio prometido a Israel?”. Mientras que al mundo gentil se le hace creer que Israel está librando una guerra defensiva, el artículo en cuestión muestra el plan de conquista que subyace a la estrategia del Estado sionista.
El texto, firmado por Mark Fish, está escrito con fervor mesiánico: “el reciente conflicto del Líbano, dice, plantea la vieja cuestión de las fronteras septentrionales del Eretz Yisrael bíblico. ¿Dónde definió Hashem exactamente los límites y estamos obligados a conquistar esas zonas?”, pregunta. “La Torá, aclara, proporciona directrices claras sobre las zonas que se nos ordenó conquistar al tomar posesión de la tierra”.
En la última generación el término “Gran Israel” ha pasado al primer plano. A veces se utiliza en debates políticos o religiosos sobre las fronteras ideales del país, a menudo en el contexto de aspiraciones mesiánicas o sionistas. “Cuando Hashem prometió a Avraham Avinu la Tierra de Israel en el Brit Bein HaBetarim, sigue el artículo, el pasuk dice (בראשית טז): ‘En ese día, Hashem hizo un pacto con Avram, diciendo: A tus descendientes les he dado esta tierra: desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.’ En la bendición al final de Parshat Ekev, Hashem nos dice que se nos conceden todas las tierras que conquistemos dentro de las fronteras mencionadas. Y aclara: el Rambán escribió que el Líbano está dentro de las fronteras de Israel y añade que se nos obligó y ordenó conquistarlo.” En el mismo estilo, el artículo termina anunciando que “aunque no podamos recuperarlo todo en nuestro tiempo, Hashem seguramente nos lo devolverá pronto”.
El Jerusalem Post borró el artículo casi enseguida, pero la congruencia entre la creencia mesiánica en el destino conquistador de Israel y el rechazo de Benyamin Netanyahu a restringir el accionar de sus fuerzas militares es demasiado evidente.
Que no se trata de una posición aislada del jefe de gobierno lo demuestra una información de la agencia de noticias turca Anadolu del 10 de octubre: el ministro israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, sugirió en un documental reciente que las futuras fronteras de Israel se extenderían más allá del río Jordán. “Poco a poco”, respondió cuando en el documental “En Israel: Ministros del Caos” se le preguntó sobre una posible expansión territorial. El ministro afirmó que Israel acabaría extendiéndose hasta Damasco, en Siria. Las declaraciones de Smotrich han provocado su exclusión de eventos diplomáticos en recientes visitas a Estados Unidos y Francia. En París encendió aún más el debate al mostrar un mapa de Israel que incluía Jordania.
Irán
Del lado iraní, en tanto, la situación dista de ser ideal. Para el nuevo presidente, Masud Pezeshkian, a quien sus votantes encargaron el mejoramiento de las relaciones con Occidente, la muerte de Nasrala fue un duro golpe. A pesar de la reorientación de su comercio exterior hacia Rusia, India y China, Irán necesita el fin del bloqueo occidental para restablecer sus cadenas de suministros. Sin embargo, tras las provocaciones israelíes es mucho más difícil convencer a los militares iraníes de que aún tiene sentido buscar el diálogo con Occidente.
17.900 millones de dólares
El año trascurrido desde que Hamas y otras tres organizaciones entraron con sospechosa facilidad en el desierto del Néguev, asesinaron a mil doscientas personas y secuestraron a 243 rehenes israelíes demostró irrefutablemente que el primer ministro Benyamin Netanyahu no quiere negociar y sólo ambiciona la guerra. Ante cada crisis redobla la apuesta y abre un nuevo escenario de confrontación militar.
Sin embargo, así como el primer ministro recuperó prestigio en las últimas semanas gracias a los asesinatos de líderes de Hamás y de Hezbolá, tanto como de altos oficiales iraníes, puede perderlo rápidamente si los fracasos se acumulan. El canal 24 de la televisión israelí, citando a fuentes militares, informó el miércoles 9 que “los túneles que el ejército (israelí) anunció hace seis meses que había destruido están siendo reconstruidos en la zona de Yabalia y utilizados por las fuerzas del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (Hamás)”. Según el informe, el número, las instalaciones, las armas, el coraje y la valentía de los combatientes de Hamás no sólo no han disminuido, sino que han aumentado después de un año de guerra. “Las fuerzas de Hamás están luchando como al comienzo de la guerra, instalando cámaras, bombardeando casas y acercándose audazmente a las fuerzas israelíes”, reconocieron las fuerzas sionistas, conforme al medio hebreo.
Para confirmarlo, al día siguiente se supo que las Brigadas Ezzedin Al-Qassam, brazo armado de Hamás, habían reivindicado una emboscada contra las fuerzas israelíes en Yabalia, en el norte de la Franja de Gaza. Según la cadena catarí Al Jazeera, los combatientes de Al-Qassam tendieron la emboscada a un grupo de infantería mecanizada compuesto por 12 vehículos y un camión que transportaba soldados. Después del ataque los guerrilleros eliminaron a los soldados restantes. También atacaron con una bomba antipersonal a un grupo de soldados sionistas que intentaba escapar hacia una casa cercana, ha subrayado el informe catarí.
Al mismo tiempo, en el sur del Líbano, fuerzas de Hezbolá emboscaron a una columna mecanizada y destruyeron tres tanques israelíes. A pesar de la censura, las informaciones se filtran hacia Occidente y rebotan sobre Israel, generando zozobra.
Aunque las márgenes se estrechan, Benjamin Netanyahu sigue adelante, porque Washington no le pone límites. A pesar de los reiterados llamados a la moderación, los pertrechos norteamericanos continúan fluyendo sin trabas. Lockheed Martin, Raytheon Tecnologies y Northrop Grumman están entre las principales empresas beneficiarias de la prolongación de la guerra. También suben las acciones de empresas de armas europeas.
Según detalla un informe publicado el 7 de octubre por el centro de investigación 'Costs of War Project' de la Universidad Brown, en los últimos doce meses EE.UU. destinó a Israel 17.900 millones de dólares en ayuda militar. Se trata del mayor desembolso desde que comenzó la asistencia militar a Israel en 1959. Los investigadores advirtieron que la cifra podría ser superior. De todos modos, la mayoría de los contratos pagados con esas partidas se cerraron con empresas norteamericanas, por lo que los réditos quedaron en casa.
Estados Unidos
Estados Unidos no quiere involucrarse en el conflicto, pero tampoco quiere (ni puede) poner límites a la desmesura de Israel. El gobierno se siente frustrado, porque Israel sigue negándose a compartir la planificación de su represalia contra Irán, informó The Wall Street Journal el miércoles 9. Es que, sin información, Washington no podría apoyar a Israel o a las tropas estadounidenses en la zona.
Donald Trump, en tanto, tiene la “solución” para la postguerra: Gaza podría reconstruirse “mejor que Mónaco”, sugirió. El candidato republicano hizo estos comentarios en una entrevista con el locutor de radio conservador Hugh Hewitt, quien le preguntó si el enclave costero, devastado por la ofensiva militar israelí de un año de duración, podría ser otro Mónaco “si se reconstruyera de la manera correcta.” Tras el cercenamiento del hábitat y la vida de dos millones de gazatíes nada mejor que un gran negocio inmobiliario.
La dirigencia demócrata se percibe a sí misma como un freno de la política expansionista de Netanyahu, pero —como afirma The Hill del 8 de octubre— desde los atentados del 7 de octubre el gobierno de Biden sólo ha retrasado un poco el agresivo esfuerzo bélico israelí. Intentó reducir el número de víctimas civiles palestinas, firmar acuerdos de alto el fuego e iniciar negociaciones sobre una solución de dos Estados, pero fracasó en los tres objetivos.
A pesar de las preferencias del primer ministro israelí por Trump, Kamala Harris ha apoyado sistemáticamente “los objetivos militares legítimos de Israel”. El gobierno de Tel Aviv está aprovechando la profunda crisis política de la metrópoli y su carencia de liderazgo, para imponer su plan delirante. Sabe que esta es su única chance de salvar el pellejo y pasar a la historia como David, o como un nuevo Sansón.
Posiciones europeas
En el mismo dilema que EE.UU. se debate Francia, aunque con menores efectos sobre la política mundial. El martes 8 el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, denunció una “provocación” del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que amenazó al Líbano con “destrucción y sufrimiento como los que estamos viendo en Gaza”, si no se deshace de Hezbolá. “Si esta provocación continúa, dijo el ministro, sumirá en el caos al Líbano, un país amigo de Francia y ya tan frágil”, advirtió Barrot, entrevistado por la televisión pública France 2.
El 1º de octubre, el presidente francés Emmanuel Macron declaró en France Inter que estaba a favor de detener el suministro de armas a Israel afirmando que “Francia no suministra armas”. Por el contrario, en junio pasado los medios de investigación Disclose y Marsactu revelaron que, además de los 207 millones de euros en equipos militares vendidos a Israel en los últimos diez años, Francia también ha vendido en secreto piezas que podrían utilizarse para equipar ametralladoras en Gaza. Según el informe, a finales de octubre de 2023 Francia autorizó la entrega a Israel de al menos 100.000 cartuchos de municiones para ametralladoras susceptibles de ser utilizadas contra civiles en Gaza. Disclose y Marsactu informaron en la ocasión de un envío embarcado secretamente desde Marsella contradiciendo los compromisos asumidos por el gobierno.
Según datos del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri), entre 2019 y 2023 Francia entregó a Israel material militar por valor de casi 30,1 millones de euros. Sin embargo, no se sabe si estos componentes se entregaron antes o después del 7 de octubre de 2023.
Por su parte, desde el 7 de octubre de 2023 el Reino Unido ha proporcionado a Israel un amplio apoyo militar y diplomático. El Reino Unido se ha alineado siempre con Estados Unidos, absteniéndose de apoyar tres resoluciones de alto el fuego en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Esta postura ha llevado a Londres a enfrentar un aislamiento cada vez mayor junto con Estados Unidos e Israel, a medida que se intensifican los llamamientos mundiales en favor de un alto el fuego.
Israel utiliza en la guerra armas suministradas por Gran Bretaña. El 15% de los componentes de cada avión de combate israelí F-35 están fabricados por empresas británicas, entre ellas BAE Systems. Según la Campaña contra el Comercio de Armas, el Reino Unido ha concedido desde 2008 licencias de exportación de armas a Israel por valor de 574 millones de libras esterlinas (727 millones de dólares), incluidos 42 millones de libras (53 millones de dólares) en 2022. A pesar de los crecientes llamamientos que sostienen que la venta de armas del Reino Unido a Israel viola el Derecho Internacional, el secretario del Foreign Office, David Cameron, declaró el 9 de abril de 2024 que el Reino Unido no cesaría su venta de armas a Israel.
También los dirigentes alemanes compiten por ver quién es más proisraelí. El Canciller Federal Olaf Scholz aseguró el pasado 7 de octubre a Israel la solidaridad de Alemania: Sin embargo, reconoció que un año de guerra había traído “un sufrimiento inimaginable a la población palestina de la Franja de Gaza. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta las necesidades de seguridad de los ciudadanos israelíes”, sostuvo.
Por el contrario, el apoyo de la población a Israel es cada vez menor. Durante la última conferencia de prensa del Consejo Central de los Judíos en Alemania los agentes de policía tuvieron que proteger la reunión contra los manifestantes propalestinos. El presidente del Consejo Central, Schuster, llamó la atención sobre la disminución del apoyo a Israel en la política.
Israel depende de los suministros alemanes en algunas áreas escogidas de su pertrechamiento que se han vuelto vitales y las industrias de defensa de ambos países están ahora estrechamente interrelacionadas. El fabricante de sensores Hensoldt, de Taufkirchen (Baviera), por ejemplo, lleva cuatro años colaborando con Israel Aerospace Industries en el desarrollo de un sistema de radar para la defensa contra misiles balísticos. Hensoldt es uno de los principales fabricantes mundiales de sensores militares. La tecnología de misiles procede de Röthenbach an der Pegnitz, una localidad de Franconia. Fue allí donde las empresas alemanas de defensa Rheinmetall y Diehl Defence fundaron Eurospike GmbH con el grupo israelí Rafael hace más de 20 años. Spike es un arma antitanque guiada desarrollada en Israel y construida por Rheinmetall y Diehl bajo licencia para las fuerzas armadas alemanas.
La lista podría extenderse a casi todos los miembros de la UE. Por más que eleven a Israel pedidos retóricos, para que cuide a la población civil de Gaza y Líbano, no cesan de enviar armas que saben serán aplicadas para masacrar a esas poblaciones. El compromiso de todos los países occidentales con los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel es total. Todos ellos han abandonado completamente el rol mediador que alguna vez pudieron tener en el conflicto de Asia Occidental y ninguno hace propuestas serias de negociación política.
El rol de China
China, finalmente, espera que llegue su momento. En los últimos tres años tejió una vasta malla de relaciones con Irán y todos los países árabes de la región, sin haberse peleado con Israel. Hoy ese equilibrio es cada vez más difícil de mantener. La implicación de China en Oriente Medio está motivada por tres intereses interconectados: la seguridad energética, las inversiones económicas y la influencia política. China, que es el mayor importador de petróleo del mundo, depende principalmente de Arabia Saudita e Irán para satisfacer su demanda energética. Por tanto, Beijing tiene un interés apremiante en la estabilidad de la región.
Además, la mayoría de los proyectos chinos de inversión de la Franja y la Ruta (BRI, por su nombre en inglés) se concentran en la región de Asia Occidental y Norte de África (MENA). La relación China-Irán, en particular, ha pasado de una cooperación pragmática a una asociación estratégica que apoya los intereses políticos y económicos de ambas naciones.
Al mismo tiempo, según la base de datos China Connects del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por su nombre en inglés), con sede en Londres, “China ha invertido en más proyectos de la Franja y la Ruta (BRI) y proyectos similares a la BRI en Israel que en ningún otro país de la región”. China está especialmente interesada en adquirir empresas tecnológicas israelíes, simbolizado por una oferta de 300 millones de dólares de una empresa china para comprar la israelí Color Chip. Sin embargo, la presión de Estados Unidos ha empujado a Israel a endurecer las restricciones a este tipo de acuerdos.
No obstante los buenos negocios, también ha adoptado una postura firme respecto a Palestina, insistiendo en una solución de dos Estados. Este equilibrio diplomático permite a China extender su influencia por la región. Sin embargo, la escalada actual está dificultando esta política. De cara al futuro, China podría utilizar sus conexiones en la región, para evitar un conflicto regional de mayor envergadura. Sin embargo, su capacidad para mantener su postura neutral y servir de influencia estabilizadora en la región se verá sometida a una presión cada vez mayor, a medida que navegue por estas complicadas aguas.
En Washington parecen haber comprendido que Israel no debe bajo ningún concepto atacar a Irán, porque ambos se la verán también con Rusia. Sin embargo, los norteamericanos no logran frenar el ímpetu del gobierno israelí, porque éste cuenta con la continuidad del apoyo de EE.UU. no importa qué haga. Mientras nadie pueda detener a Netanyahu, los dos trenes de guerra seguirán corriendo vertiginosamente hacia un choque frontal que parece inevitable y cuya onda expansiva puede alcanzar latitudes muy lejanas.
*Eduardo J. Vior es analista internacional. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Giessen, Alemania. Doctor en Sociología por la Universidad Federal de Paraná, Brasil.
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