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El despertar de la fuerza asiática: la guerra comercial entre China y EE.UU.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China creció con aranceles, restricciones y tensiones culturales, despertando la fuerza de una civilización milenaria frente al intento de dominio norteamericano.

Por Carlos Alberto Aguirre


“Sólo cuando se conoce el atraso es posible superarlo.

Sólo cuando se aprende lo avanzado

es posible alcanzarlo y sobrepasarlo” Deng Xiaoping



Así como en el episodio 7 de Star Wars "despierta la fuerza", el ataque comercial y político de Estados Unidos terminó despertando al gigante asiático. El presidente Donald Trump impuso aranceles comerciales a todo el mundo, incluso a regiones sin habitantes humanos, pobladas solo por pingüinos. A esta medida la llamó "el día de la liberación", en línea con su política de relocalizar empresas estadounidenses y su lema “Make America Great Again” (MAGA).


El mayor importe de aranceles fue aplicado a China, y fue aumentando debido a que el gigante asiático proponía a su vez aranceles hacia EE.UU. Desde el lado norteamericano, incluso se prohibieron las relaciones de índole amorosa entre delegados estadounidenses y ciudadanos del continente chino, mientras que del lado asiático se prohibiría la exhibición de películas norteamericanas.


La imposición de los aranceles llegó hasta un 125%. Mientras tanto, EE.UU. trataba de acordar con otros países y puso en "stand by" el aumento hacia el resto. La escalada fue tan alta que el presidente chino declaró recientemente que “la economía china es como un mar, no un estanque; las tormentas pueden desestabilizar un estanque, pero nunca un mar”, haciendo referencia a su filosofía taoísta del wuwei y al uso del agua como símbolo, un recurso frecuente en el Taoísmo para referirse a la naturaleza.


También recordó que China existe desde hace 5000 años, mucho más allá de la "civilización" norteamericana. Bajo estas categorías, comenzó un enfrentamiento en un nuevo terreno, la virtualidad de las redes sociales, donde por ejemplo aparecía un joyero chino cobrándole un extra a clientes estadounidenses debido a los aranceles impuestos. Además, se sumaron videos divulgados por TikTok, realizados mediante inteligencia artificial, burlándose de EE.UU.


No solo eso: la situación es doblemente perjudicial para los norteamericanos, ya que las restricciones de exportación impiden la entrada de materiales de tierras raras, siete de los cuales son esenciales para la producción del avión de combate F-47.


China está dispuesta a luchar hasta el final. Según Reuters, Trump se muestra ansioso por alcanzar un acuerdo comercial. Y es lógico: EE.UU. no solo depende de las tierras raras, sino de casi todo. Según informó la Comisión de Comercio Internacional de EE.UU. en 2024: el 90% de las consolas de videojuegos son asiáticas, más del 70% de los teléfonos inteligentes, el 66% de las computadoras portátiles, y más del 90% de los LED. Es decir, en territorio norteamericano habrá inflación y afectación del consumo local.


EE.UU. logró despertar a una fuerza que estaba contenida pero en pleno ascenso. La pulseada la perderá inevitablemente: no se puede competir contra una civilización que tiene claro qué necesita para lograr sus objetivos, porque sabe de dónde viene y hacia dónde se dirige; conoce su punto de partida y entiende lo que le ha pasado.

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