POR Juan Facundo Muciaccia*
La presencia argentina en la Antártida constituye una política de Estado desde 1904 a la fecha. Nuestro país, poseedor de los más sólidos fundamentos como lo son la ocupación permanente y el hecho de haber sido durante 40 años el único habitante de la Antártida, invita a afianzar el conocimiento de nuestra actividad pacífica, científica y respetuosa de los Tratados internacionales y analizar los posibles conflictos entre Estados, en tiempos donde el Tratado Antártico estaría ingresando en una fase de descongelamiento. Asimismo, la falta de conciencia marítima en la población argentina constituye una materia pendiente e implica un desafío estratégico a futuro. Las posibilidades de ampliación de nuestro frente marítimo hasta las 350 millas marinas, espacio rico en recursos naturales que necesita el mundo, constituye un escenario conflictivo, donde nuevamente nuestros intereses se cruzan con Gran Bretaña ante la falta de resolución de la soberanía por nuestras islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
La Antártida se debe abordar desde una mirada geopolítica a largo plazo, profundizando las condiciones económicas y aspectos geoestratégicos de la región y enfatiza el análisis de nuestros derechos soberanos en los archipiélagos australes y mar circundante, frente al accionar británico. Los acuerdos firmados durante la posguerra, sumado al manejo unilateral británico, derivaron en una mayor presencia militar y económica de la potencia invasora en la región con la consecuente explotación desmedida de recursos pesqueros y exploración ilegal de cuencas de hidrocarburos.
Así mismo pensar el asunto magno cómo solía decir Juan Domingo Perón para actuar en clave de la defensa de la soberanía, mediante el interés regional frente a la vocación imperialista anglo-sajona de Gran Bretaña y Estados Unidos, determinará los próximos futuros.
Antártida Argentina: El Tratado Antártico. los reclamos y los recursos naturales
El Tratado Antártico, piedra angular de todo el sistema que de él deriva, es relativamente breve, especialmente si se considera que es el instrumento jurídico por el cual se administra todo un continente. Consta de un preámbulo y catorce artículos. Los primeros cinco artículos plasman los principios del Tratado Antártico. El sexto artículo su ámbito de aplicación. Del séptimo al décimo artículo se consagran los mecanismos para aplicar los principios del Tratado Antártico y para proteger el territorio antártico. El décimo primer artículo concierne a la resolución de controversias. El décimo segundo artículo trata las enmiendas y modificaciones. El décimo tercero la forma en que se puede ratificar o adherir, y finalmente el décimo cuarto artículo se refiere a los idiomas en que entiende como auténtico el Tratado Antártico.
El tratado Antártico fue firmado en 1959 en Washington. La República Argentina lo ratificó en 1961. Los otros Estados firmantes originarios fueron: Chile, Gran Bretaña, Noruega, Francia, Australia, Nueva Zelanda como reclamantes y Estados Unidos, Japón, ex URSS, y Sudáfrica como no reclamantes.
Lo fundamental de dicho tratado es que congela todo reclamo de soberanía. Prohíbe el uso militar en la Antártida. Sólo será reservada para fines pacíficos y la investigación científica, pero a la vez no se impide el empleo del personal o equipo militar para concretarlas. Es obligatorio el intercambio de información y los resultados de las mismas. Por petición argentina, se prohíbe la detonación de armas nucleares y experiencias atómicas. En base a las disposiciones del Tratado Antártico, podríamos afirmar que, si bien su espíritu es el de la actividad científica y la investigación con fines pacíficos, desde su origen su contenido muestra una determinada tendencia a la internacionalización del continente o al menos un manejo conjunto de los Estados Consultivos. Dentro del tratado los países pueden ser: consultivos o adherentes. Los consultivos son los que tienen voz y voto con poder de decisión sobre las medidas que se adoptan en la Antártida, en cambio los adherentes pueden concurrir a las reuniones, pero no tienen poder de decisión.
Aspectos más relevantes del Tratado Antártico
El cuarto principio es la puesta en práctica de la Propuesta Escudero realizada por Chile en los años cuarenta para buscar una solución al tema antártico.
Con una redacción encaminada a resguardar las posiciones de los Estados reclamantes territoriales, así como la de los Estados Unidos y la otrora Unión Soviética, hoy Federación Rusa, y la de los Estados no reclamantes, se suspenden dichas reclamaciones, sin que se pueda entender que es una renuncia a los derechos de soberanía o a las reclamaciones territoriales hechas valer con anterioridad al Tratado Antártico, (Villamizar Lamus, 2021: 5).
Ni un menoscabo a los fundamentos de las reclamaciones de soberanía, ni que pueda ser perjudicial al reconocimiento o no reconocimiento del derecho de soberanía territorial (Artículo IV, numeral 1 Tratado Antártico).
En virtud entonces de este principio consagrado en el artículo IV del Tratado Antártico:
Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártica, ni para crear derechos de soberanía en esta región. No se harán nuevas reclamaciones de soberanía territorial en la Antártica, ni se ampliarán las reclamaciones anteriores hechas valer, mientras el presente Tratado se halle en vigencia (Artículo IV numeral 2, Tratado Antártico).
El quinto principio es de las pocas alusiones ambientales que posee el Tratado Antártico, y está estrechamente relacionado con el primero. Dicho principio, contenido en el artículo V del Tratado Antártico, está referido a los temas nucleares. Según el mencionado precepto “Toda explosión nuclear en la Antártica y la eliminación de desechos radiactivos en dicha región quedan prohibidas” (Villamizar Lamus, 2021).
Existe otro principio implícito que es el del consenso en la toma de decisiones, que no está contenido de manera expresa en los primeros artículos del Tratado Antártico, sino que se infiere del artículo IX relativo a las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico y de la Regla 24 de las Reglas de Procedimiento de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico.
Perspectiva Geográfico-Política
Es necesario destacar tres aspectos: la Soberanía, la importancia de la Península Antártica y la protección del medio ambiente. Con respecto a la Soberanía, los reclamos planteados por Argentina, Chile, El Reino Unido, Noruega, Australia, Francia y Nueva Zelanda, que se muestran en la proyección, constituyen un problema complejo y de difícil solución.
La Soberanía planteada por Chile entre los meridianos 53° y 90° de longitud W; por Argentina, entre el meridiano 25° al 74° de longitud W; y, el Reino Unido entre los meridianos 20° y 80° de longitud W, generan una superposición de reclamos que afecta a gran parte de la zona reclamada por Argentina y por lo menos a la mitad de la zona de Chile
Asimismo, en el sector comprendido entre el meridiano 90° y 150° de longitud este, existe una porción del territorio antártico no reclamada por ningún Estado, en tanto que el sector reclamado por Noruega no tiene una especificación clara de su límite exterior.
Como se sabe, el Tratado Antártico mantiene una condición de “Statu quo” en relación a las reclamaciones, sin embargo, paulatinamente ha ido fomentando la internalización de una suerte de “Tierra de todos” en el Continente Antártico, al permitir absoluta libertad de tránsito y de instalación de bases bajo el amparo de la cooperación en beneficio.
La Antártida espacio geoestratégico
La Antártida, que rodea al polo sur tiene una ubicación geográfica desde donde se puede efectuar el control sobre la navegación marítima y aérea de las rutas circumpolares y transpolares. La presencia de la enorme calota glaciar hace posible pensar en la producción de agua dulce, como así también la utilización de energía eólica y ricos recursos minerales.
El estudio de las influencias de las corrientes superficiales y profundas puede tener un gran valor en aspectos vinculados a la pesca y actividades submarinas diversas. Por su parte el krill cuya capacidad de pesca sin depredación fue estima en 90 millones de toneladas anuales constituye un importante recurso proteico para un mundo con desnutrición. El krill se encuentra en grandes volúmenes en la Convergencia Antártica lo que hace que para capturarlo se deban emplear barcos con capacidad para enfrentar las tempestuosas aguas durante prolongados períodos.
La importancia de la Península Antártica
En cuanto a la Península Antártica, si bien la amplitud del borde costero antártico alcanza casi a 23.000 Kms. de longitud en total, el único lugar en toda esa gran extensión perimetral que permite un acceso expedito al continente durante gran parte del año es la Península Antártica, ya que al encontrarse geográfica y físicamente más alejada del polo que el resto de la periferia antártica, no está sujeta a los inhóspitos efectos del clima que se observa en latitudes más cercanas al Polo y es la única zona del continente que no está permanentemente cubierta de capas de hielo y nieve. Estas cualidades favorables transforman a la Península en la Puerta de Entrada al Continente, por lo que geopolíticamente adquieren una significación muy particular para el Cono Sur de América.
Protección del Medio Ambiente y Perspectiva Geoeconómica
Ante la creciente lucha contra la contaminación a nivel mundial, el efecto sobre la capa de ozono, la crisis climática, el continente Antártico se presenta como un verdadero pulmón purificador del planeta. Al respecto, el 3 de octubre de 1991 se aprobó en Madrid el Protocolo sobre Protección del Medio Ambiente. La Antártida queda definida como “reserva natural”, consagrada a la paz y a la ciencia. La perspectiva geoeconómica en torno al continente helado adquiere una relevancia mayor frente a los recursos naturales que se evidencian, tanto en la masa continental polar y en las aguas que conforman el denominado “Océano Austral”.
Dichos recursos se pueden dividir en dos grandes grupos, los renovables y los no renovables.
Recursos Naturales Renovables
Los principales recursos vivos del Océano Austral están constituidos por algas, peces, moluscos, mamíferos, aves marinas y el krill. Las algas juegan un rol preponderante en el ecosistema como productoras de materia orgánica y para la oxigenación de las aguas, sirviendo además como refugio de diversos organismos animales y como fuente alimenticia para herbívoros de hábitos costeros. En los últimos años se registra un gran aumento de la explotación de las algas a nivel mundial, utilizándose para consumo humano directo en países como Japón, Indonesia, China, México y Chile; como fertilizantes para la agricultura; en la obtención de antibióticos o sustancias bacteriostáticas en la industria farmacéutica; y, en usos industriales como la preparación de cosméticos, bebidas de néctar, productos envasados, mermeladas, galletas, confites, etc.
En cuanto a los peces, en el Océano Austral existen más de 200 especies diferentes, destacando la gran abundancia del bacalao, que constituye el 75% de los peces costeros antárticos. El consumo anual de las diferentes especies de peces antárticos alcanza aproximadamente a 15,5 millones de toneladas. Dado que un alto porcentaje de estas especies son de lenta reproducción y prolongado crecimiento, la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos, que entró en vigor en 1982, como parte del Sistema del Tratado Antártico, dispuso medidas especiales para evitar que la captura desmedida se traduzca en riesgos de extensión.
Los principales moluscos antárticos son los calamares, jibias y pulpos, los cuales juegan un papel muy importante en el equilibrio ecológico, por su alto consumo de krill y por ser una parte importante de la dieta de las focas, pingüinos, aves oceánicas y peces. Los mamíferos marinos constituyen un preciado recurso, por la calidad de su piel, carne y grasa. Por ello, han sufrido una sobreexplotación que, en algunos casos, ha conducido a su casi exterminación. Por tal motivo, hoy en día se encuentran protegidos por la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas y por la Convención para la Conservación de las Focas Antárticas.
Dentro de la gran variedad de mamíferos existentes en la Antártica, destaca la “ballena azul”, tanto por sus dimensiones como por su participación en el equilibrio del ecosistema, al consumir alrededor de 4 toneladas diarias de krill. El krill ha adquirido una gran importancia en las últimas décadas debido a que constituye una importante fuente alimenticia por los altos valores nutritivos que presenta, a tal punto que ha sido considerado como “el alimento del futuro para la humanidad”.
La abundancia de krill en el Océano Austral se debe al desequilibrio ecológico producido por el hombre en la indiscriminada caza de cetáceos, mamíferos que consumen grandes cantidades de krill. Actualmente exportan krill Estados Unidos, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Australia, Alemania, Polonia, Bulgaria, Corea del Sur, Taiwán y Chile, cuyo conjunto extrae actualmente unas noventa toneladas anuales. De acuerdo a estudios del Instituto Chileno Antártico, INACH, la biomasa de krill el año 2000 en el Océano Austral era de 5.000 millones de toneladas, de la cual se podría extraer, sin riesgo para el ecosistema, una cantidad aproximada de 150 a 200 millones de toneladas anuales (Sepúlveda, 2008: 526).
Recursos No Renovables
A partir de la década de los setenta, comienza a acentuarse el interés por los recursos no renovables del Continente Antártico, los que son visualizados como potenciales posibilidades económicas en términos de recursos del tipo hidrocarburos, minerales y energía geotérmica, por lo que los países miembros del Tratado Antártico inician una activa campaña tanto en forma interna como hacia los demás Estados, con el propósito de adquirir una mejor posición relativa para intervenir con mayor peso en el momento de tomar resoluciones respecto a la exploración y explotación del continente.
Ello llevó a que se iniciara una fuerte presión con el fin de iniciar la exploración y explotación de la Antártica, aun cuando ello significó la casi segura contaminación del continente. En relación a los minerales, la existencia de áreas mineralizadas en el resto de los continentes y las reconstrucciones geológicas, las probabilidades de que existan grandes concentraciones parecieran ser reales. El problema radica en cómo localizar y llegar hasta esos minerales, ya que sólo es accesible el 2% de la superficie terrestre del continente, que corresponde a cimas de montes y cerros, y todo lo demás se encuentra cubierto por capas de hielo que en algunos sectores supera los 3 Kms. de profundidad (Sepúlveda, 2008: 528).
Asimismo, en los fondos marinos del Océano Austral se han encontrado extensas áreas cubiertas por nódulos de manganeso. Su principal importancia no radica precisamente en el manganeso, sino en el cobre, níquel y cobalto que poseen. Sin embargo, la concentración de estos minerales depende de la latitud en la cual se encuentran depositados, siendo más alta cuando ésta se encuentra más cerca del Ecuador. En otras palabras, los nódulos detectados, cerca del polo sur parecieran no representa gran importancia geoeconómica por su bajo contenido metálico. En cuanto a los minerales no metálicos que se han detectado en la Antártica, el carbón ha sido mencionado como el más importante, aun cuando hasta la fecha no registra mayor importancia económica.
Los hidrocarburos constituyen los recursos naturales no renovables que han despertado el mayor interés de la comunidad internacional, ya que presentan una mayor factibilidad de explotación en la Antártica que en el caso de los minerales. Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otras potencias, han desarrollado desde hace varios años estudios científicos orientados a determinar las principales características de los mares australes en busca de hidrocarburos, estimándose que la mayor posibilidad de encontrarlos se encuentra en la plataforma submarina, en la cuenca del mar de Weddell, la de Bellingshausen y la del mar de Ross, los estudios efectuados indican bajas probabilidades de existencia en la Península Antártica.
En síntesis, es posible señalar que los recursos no renovables presentan un cierto grado de incertidumbre respecto a su real existencia en cantidades que justifiquen la explotación, ya que nos encontramos con limitaciones en aspectos tecnológicos al no poder acceder a las tierras que se encuentran bajo los casi 3 Kms. de hielo que cubre el territorio antártico, por lo que la información actual se basa sólo en el 2% de la totalidad de la masa terrestre del continente, situación que podría variar en la medida que avancen las posibilidades tecnológicas de exploración actualmente existentes (Sepúlveda, 2008).
Por ahora, el principal valor geoeconómico está en los recursos renovables con las cifras de explotación ya mencionadas, la estimación de cantidades de especies, la importancia del krill como elemento nutritivo y los riesgos a los cuales se ha expuesto a través de los años el ecosistema regional, nos entregan una idea del valor geopolítico y geoeconómico que encierra el Continente Antártico y el Océano Austral. Por ello, los acuerdos generados con posterioridad a la firma del TA han sido establecidos ante la incontrolada explotación de la fauna marina y como una medida de resguardar los recursos naturales del continente.
Es necesario tener en cuenta que el valor geoeconómico adquiere matices importantes, pudiendo llegar a ser un posible motivo de confrontación internacional, especialmente cuando deban distribuirse las riquezas que encierra el Continente o su mar adyacente.
* Mg. en Historia Económica y de las Políticas Económicas (UBA). Director del Centro de Estudios para el Desarrollo Integral (CEDI). Docente universitario (UNLZ, USAL). Coordinación del Seminario de Capacitación y Formación en el Consejo Directivo Nacional de la Unión Personal Civil de la Nación (UPCN).
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