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Foto del escritorJuan Pablo Demaría Aguilar

Brevísima reflexión sobre la política latinoamericana en el (des)orden mundial

América Latina se posiciona como una región híbrida en el escenario global, debatiéndose en la tormenta entre el neoliberalismo y las relaciones con potencias mundiales como Estados Unidos y China.


*por Juan Pablo Demaría Aguilar


El lugar político de América Latina en el mundo en pleno y actual devenir reviste de una hibridez tal que viene bien reflexionar al respecto. Este breve escrito es parte de una investigación mayor que para este caso puntual solo presentamos apuntes de carácter reflexivo que cruzan relaciones internacionales, política y filosofía sin la profundidad que requiere una investigación más extensa y profunda.

De ahí que el objetivo es reflexionar sobre el lugar político de América Latina en un (des)orden mundial donde la región, mediante estados y gobiernos nacionales, e instituciones supranacionales de índole intrarregional constituyó una posición híbrida en cuanto a su modo de operar en lo global. Un modo de operar que no busca constituir hegemonía, sino asociacionismo, es decir, la región no se instala en el escenario global con la pretensión de tener y ejercer un rol hegemónico que mediante la búsqueda de consenso y la imposición de coerción intente dominar un escenario global en pleno (des)orden producto de un cambio de época.


La hipótesis que sostenemos es que lo híbrido de la región tiene que ver con lo que decimos en el párrafo anterior y con un modo de definirse la región que conjuga lo occidental con lo no occidental, lo que le da un carácter de peculiaridad en un sistema mundial que ya la no la puede dejar afuera de la historia. No se trata aquí de detenernos en un estudio histórico de larga duración con respecto a la región, pero sí de cuestionar esta idea propia de al menos una parte de la modernidad filosófica que dejó de lado, que ignoró el lugar de América Latina en la historia mundial. Esa parte del filosofar moderno que sostuvo que la región no es parte de la historia, que está fuera de ella.


Nos centraremos en la reflexión de ese carácter híbrido de la región latinoamericana caribeña con relación a la institución supranacional mencionada en cuanto a su rol con relación al papel de los estados y gobiernos nacionales, y su lugar político en un sistema mundial que en la actualidad tiene por potencias a Estados Unidos -que luego de la segunda guerra mundial se convirtió en potencia global y continúa siéndolo a pesar de altibajos de la política internacional- y China que emergió como segunda (no en un sentido jerárquico, sino cronológico) potencia mundial en este corriente siglo XXI. Las dos potencias mundiales del momento tienen sus intereses puestos en Latinoamérica. Estados Unidos mediante sus bases militares en distintos puntos de la región, el FMI con sus políticas financieras y sus embajadas en los países que la componen opera políticamente en la región. Por su parte China mediante el comercio, la economía y la infraestructura hace su juego político en América Latina. Para ambas potencias hay recursos materiales (litio, gas y petróleo) que requieren de su penetración e intervención política en la región híbrida.   


El carácter híbrido de la región en el escenario internacional se hace patente en estos últimos tiempos con la irrupción de proyectos políticos que atraviesan distintos actores. De gobiernos a movimientos sociales, a estados, a organizaciones supranacionales o internacionales de signo intrarregional como el MERCOSUR por citar solo una que es de alcance intrarregional sudamericano y que lo componen desde sus orígenes cuatro miembros plenos: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y dos miembros asociados: Chile y Bolivia, y en la última cumbre de este año 2024 se sumó un tercer miembro asociado: Panamá. Argentina, Brasil, Paraguay, Chile y Bolivia son miembros del MERCOSUR como ya dijimos. En el caso de México y Venezuela, el primero como parte de la región es un híbrido parte de Latinoamérica y parte de Norte América, y el segundo fue un miembro asociado del MERCOSUR durante la segunda etapa liderada por gobiernos de tipo nacional popular.


El MERCOSUR en cuanto a institución supranacional se refiere es quizá la única que persiste, por lo menos en los últimos treinta y cinco años, en la región con más treinta años en su haber. Se fue consolidando con el paso del tiempo y a pesar de la preminencia de los estados nacionales que lo componen en cuanto a imponer sus intereses por los que podrían ser los intereses del organismo -algo que en más de treinta años sigue sin concretarse: la cesión de soberanía de cada estado miembro en pos de la conformación de una soberanía supranacional-. Con todo esto el MERCOSUR sigue existiendo. En él podemos distinguir dos grandes etapas: la primera donde tuvo prioridad lo económico-financiero que tuvo lugar durante los gobiernos de signo neoliberal (de Carlos Menem a Fernando De La Rúa en Argentina, de Color de Melo a Fernando Enrique Cardozo en Brasil, de Wasmosy a González Machi en Paraguay, de Sanguinetti a Batlle en Uruguay) fuertemente alineados con Estados Unidos y la segunda donde se priorizó lo socio-político que se dio durante los gobiernos de signo nacional popular o centro izquierda-progresistas (de Duhalde a los Kirchner en Argentina, de Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, de Nicanor Duarte Frutos a Fernando Lugo en Paraguay, de Tabaré Vázquez a Pepe Mujica en Uruguay). Hay una tercera etapa que aún está en curso que tiene un carácter híbrido con algo de la primera y algo de la segunda con gobiernos en pleno desarrollo como el de Lula en Brasil, en Uruguay todavía gobierna Lacalle Pou y en marzo de 2025 asumirá Yamandú Orsi, en Paraguay gobierna Santiago Peña y en Argentina Javier Milei (a contramano de sus pares mencionados pretende terminar con el Mercosur al igual que intentaron hacerlo Mauricio Macri cuando presidió la Argentina de 2015 a 2019 y Bolsonaro cuando gobernó Brasil de 2018 a 2022. Se unieron estos dos en “santa alianza bilateral” para acabar con el MERCOSUR y no pudieron lograr su cometido, pues el organismo regional sigue existiendo).


Una cuestión mundial que atraviesa políticamente a la región es el neoliberalismo que desde su irrupción hace aproximadamente cincuenta años se topó con resistencias las cuales persisten hasta nuestros días. Así fue en países como Argentina, Brasil, México, Paraguay, Venezuela, Bolivia, Chile por citar solo algunos que merecen especial atención porque en estos el neoliberalismo gravitó de especial manera tanto a nivel intrarregional como a nivel global. En estas naciones el neoliberalismo operó mediante la privatización de empresas públicas -telecomunicaciones, energías, transporte, en síntesis, recursos estratégicos donde el estado en total, mayor o menor medida detentaba y ejercía el control y el manejo de las mismas. Los pueblos -que como tales pertenecen a estos países y a la vez están más allá de estos, pues los pueblos no se reducen exclusivamente a uno u otro país, sino que atraviesan unos y otros a lo largo del tiempo y el espacio situados histórica y geográficamente- de la región fueron los que más padecieron las políticas de exclusión y opresión del neoliberalismo al no poder acceder de modo público y gratuito a los servicios y bienes, en definitiva derechos (adquiridos y conquistados mediante sus luchas) que les fueron conculcados por un modelo político, económico y cultural que de una forma u otra está vigente hasta la fecha.  


Hablar del lugar de la región híbrida en el (des)orden mundial es transitar por las relaciones internacionales, recurrir a sus conceptos para pensar una región que forma parte de lo global y es también sostener que América Latina es parte de lo que se denomina sur global, que por más que en su gran extensión geográfica exista una parte que está ubicada al norte del mundo con todo ello hay toda una percepción por parte de distintos actores que ven a la región como parte del sur global. Este concepto de sur global es más que interesante para pensar el lugar de Latinoamérica hoy en día en el (des)orden mundial. Fue utilizado el término sur global tanto por dirigentes políticos de la región como el primer mandatario de Brasil Lula Da Silva y por el jefe de estado de la India Narendra Modi al referirse cada uno desde su lugar a esa parte del mundo que avanza a contramano de los designios del aún vigente norte global que desde hace mucho tiempo se empodera en gran medida a costa del sur global.


En (provisoria) conclusión consideramos que la región latinoamericana caribeña es una región híbrida entre lo occidental y lo no occidental que en lo que va de este siglo XXI mediante estados y gobiernos nacionales, y el MERCOSUR constituyó un lugar político en lo global que ya no pasa desapercibido. En esto su relación con las dos grandes potencias mundiales (Estados Unidos y China) le da un lugar de importancia a la región por su riqueza en recursos materiales (litio, gas, petróleo) y el capital humano y simbólico existente. Como parte del (des)orden mundial la región no estuvo exenta del neoliberalismo que desde hace cincuenta años aproximadamente recorre la región y que en ello se encontró con resistencias a sus políticas de exclusión y opresión. La región híbrida se destaca en el (des)orden mundial por su capacidad de resistencia, de resiliencia y de seguir adelante a pesar de los altibajos internos y externos de la política internacional.



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